jueves, 25 de abril de 2013

El miedo a lo que llaman “muerte” Comprender que hay vida después de la vida nos prepara para ayudar a los enfermos terminales.


Usualmente las personas poco piensan en lo que llaman “muerte”.

No hay escuelas que nos enseñen a comprender como sobrellevar la perdida de un ser querido, y mucho menos a prepararnos a nosotros mismos para el viaje final.  Habemos algunos seres que por inexplicable razón, somos guiados por seres de otro plano y aprendemos de lo que se trata lo que llaman muerte.  Comprendemos que es un proceso  indoloro, rápido y nos lleva a un plano de realización personal, donde somos etéreos, solo sentimientos  y luz. Aceptamos que el precio de ese conocimiento es ponerlo a disposición de los demás.

A menos que el viaje sea inesperado como en los casos de accidentes o fallecimientos fortuitos, los seres que viven enfermedades largas y penosas, tienen demasiado tiempo para pensar en el que pasará luego.  Lo desconocido asusta y crispa los nervios. Pensamientos sobre lo que sucederá a la familia que queda, pero sobre todo que le sucederá a si mismo, comienzan a hacer efecto y a enfermar mentalmente a la persona que ya de por si está sufriendo físicamente .  Se une el dolor físico al mental.  La tensión alarga la agonía de la persona que se aferra a la vida terrenal.

Por  relatos que he ido recolectando, se que los familiares de personas enfermas en estado terminal, que saben del contenido del libro Corazones que Susurran desde el Otro Lado, se sienten tranquilos acerca del futuro de su ser querido y esa comprensión los hace transmitirle confianza y serenidad al que está por irse de la vida terrenal.

Es difícil que las personas entiendan por experiencias ajenas, lo que sucederá.  Sin embargo, si los familiares de los enfermos, tienen mayor información acerca de la vida después de la vida, pueden transmitir esperanza, paz, tranquilidad a ese ser que esta intranquilo.

Fallecer con inquietud y miedo no es lo mismo que viajar con el espíritu sereno, con tranquilidad y confianza en la felicidad existente en el mas allá. Es viajar  creyendo que es solo una transición entre dos planos, es dejar un cuerpo físico y liberar el espíritu inmortal que volara libre de ataduras.

Cuando el espíritu siente que el viaje no dolerá, que el alma traspasará las barreras de las dimensiones y llegara a un sitio hermoso, donde podrá volar y desde allí ver a todos los que quiere, se sentirá tranquilo, confiará en Dios y dejará que el destino continúe. Ciclo de la vida del espíritu: nacer, morir, renacer.  

 Maria Rosario Rowan