Usualmente las
personas poco piensan en lo que llaman “muerte”.
No hay escuelas
que nos enseñen a comprender como sobrellevar la perdida de un ser querido, y
mucho menos a prepararnos a nosotros mismos para el viaje final. Habemos algunos seres que por
inexplicable razón, somos guiados por seres de otro plano y aprendemos de lo
que se trata lo que llaman muerte.
Comprendemos que es un proceso
indoloro, rápido y nos lleva a un plano de realización personal, donde
somos etéreos, solo sentimientos y
luz. Aceptamos que el precio de ese conocimiento es ponerlo a disposición de
los demás.
A menos que el
viaje sea inesperado como en los casos de accidentes o fallecimientos
fortuitos, los seres que viven enfermedades largas y penosas, tienen demasiado
tiempo para pensar en el que pasará luego. Lo desconocido asusta y crispa los nervios. Pensamientos
sobre lo que sucederá a la familia que queda, pero sobre todo que le sucederá a
si mismo, comienzan a hacer efecto y a enfermar mentalmente a la persona que ya
de por si está sufriendo físicamente .
Se une el dolor físico al mental.
La tensión alarga la agonía de la persona que se aferra a la vida
terrenal.
Por relatos que he ido recolectando, se que
los familiares de personas enfermas en estado terminal, que saben del contenido
del libro Corazones que Susurran desde el Otro Lado, se sienten tranquilos
acerca del futuro de su ser querido y esa comprensión los hace transmitirle
confianza y serenidad al que está por irse de la vida terrenal.
Es difícil que las
personas entiendan por experiencias ajenas, lo que sucederá. Sin embargo, si los familiares de los
enfermos, tienen mayor información acerca de la vida después de la vida, pueden
transmitir esperanza, paz, tranquilidad a ese ser que esta intranquilo.
Fallecer con
inquietud y miedo no es lo mismo que viajar con el espíritu sereno, con
tranquilidad y confianza en la felicidad existente en el mas allá. Es
viajar creyendo que es solo una
transición entre dos planos, es dejar un cuerpo físico y liberar el espíritu
inmortal que volara libre de ataduras.
Cuando el
espíritu siente que el viaje no dolerá, que el alma traspasará las barreras de
las dimensiones y llegara a un sitio hermoso, donde podrá volar y desde allí
ver a todos los que quiere, se sentirá tranquilo, confiará en Dios y dejará que
el destino continúe. Ciclo de la vida del espíritu: nacer, morir, renacer.
Maria Rosario Rowan